Podríamos decir que el partido ante Talleres no empezó con el escenario ideal para River. Una infracción infantil de Felipe Peña Biafore lo dejó con un hombre menos a los 7 minutos, con todo un partido por delante ante un rival de peso que buscaba achicar la diferencia de puntos a la mínima.
Pero el contexto fue ideal para River. El equipo de Gallardo se mantuvo con los mismos nombres durante todo el primer tiempo, con el ajuste de Enzo Pérez como primer marcador central y Fernández y Palavecino ocupando el mediocampo, dejando a Simón y Rollheiser por las bandas. Con esa disposición 4-4-1, el Millonario ocupó los espacios, presionó por momentos en mitad de cancha y en los metros finales, y se fue al descanso en ventaja gracias a una excelente jugada preparada en la que Santiago Simón habilitó a Robert Rojas, para una definición de 9 de área.
El paraguayo se proyectó con criterio, apareció como opción de pase en el medio y recuperó pelotas clave. Si bien el Sicario aparecía nuevamente con una conquista en un encuentro importante, su actuación individual fue una de las tantas que mostró el equipo del Muñeco a lo largo del todo el partido.
En un primer tiempo cargado de dificultades que River pudo superar con autoridad. Las diagonales internas de Auzqui y Martino complicaban a los defensores centrales y laterales, que sufrían a las espaldas de estos movimientos inteligentes y peligrosos. Sin embargo, la idea de Talleres quedó en esas individualidades puntuales. Diego Valoyes generó peligro con cada aproximación, y Milton Casco no pudo alcanzarlo en ningún momento de la primera mitad, pero todo quedó en declaraciones de principios.
El hombre menos lo complicaba al Millonario a la hora de contener los avances rivales, pero no lo limitaba en exceso para jugar y generar situaciones. Santiago Simón, Agustín Palavecino, Enzo Fernández y Robert Rojas se encontraron en combinaciones y asociaciones que terminaron, por ejemplo, en una llegada al área de Rollheiser y centro atrás de Benjamín para un remate de Álvarez que tapó Herrera. El mediocampo de River continúa en un gran momento, formándose como unidad y adaptando las características de cada uno al bien colectivo.
Su producción, sin embargo, se limitaba dada la inferioridad numérica. Julián Álvarez se encontraba en soledad en reiteradas ocasiones. Por momentos no era un problema, dada la autosuficiencia de la Araña para mantener la pelota en posición ofensiva y esperar al compañero que llegara para probar una situación.
En el segundo tiempo Maidana ingresó por Rollheiser y Enzo Pérez volvió a su posición normal. Esto le dio a River una contención mayor en el mediocampo, lo que generó que a Talleres no se le cayera una idea. Al equipo del Cacique Medina se lo vio nervioso, sin profundidad ni frescura para aprovechar la superioridad numérica. Se encontró con un rival que juntó líneas, acumuló futbolistas y supo aprovechar la presión donde la inferioridad numérica no existía: Agustín Palavecino dejó a Álvarez con un enorme campo libre para correr, Julián esperó a Braian Romero, lo asistió y el partido se sentenció con un 2-0 lapidario para la T.
La tarea de Enzo Fernández fue fundamental para la victoria de River. En el primer tiempo, como armador de juego en el mediocampo y delante de la mitad de cancha, ofreciéndose como apoyo y haciéndose eje de asociaciones y triangulaciones por la derecha. En el segundo tiempo, ocupando la mitad por momentos para que Enzo Pérez pudiera sumarse a los circuitos de ataque.
Héctor David Martínez garantizó la solidez defensiva en un partido necesario. Despejó a espaldas de sus compañeros, corrigió desajustes defensivos y permitió algunas salidas en un contexto adverso para desenfundar su zurda.
Agustín Palavecino corrió, presionó y recuperó como nunca lo había hecho en su paso por River. Tuvo criterio y rapidez para decidir y generar juego con su gran pie. Participó en el gol de Braian Romero iniciando la jugada con un magnífico pase a Julián Álvarez.
Los cambios de Marcelo Gallardo salieron a la perfección. Cuando hace algunos meses las modificaciones en el equipo y en los nombres eran un defecto, ahora es una virtud: Maidana ingresó para despejar y alejar el peligro, y lo logró con éxito; Braian Romero entró para sumar peligro en el ataque, donde Julián Álvarez manejaba en soledad, y terminó marcando el segundo gol. El Muñeco supo ajustar en los momentos justos y transmitió un mensaje claro a sus dirigidos; no se desesperó en la expulsión de Peña, mantuvo el equipo en cancha y así supo mantener el arco en cero.
En el segundo tiempo, los ingresos de Maidana y Romero ajustaron en lugares puntuales donde River necesitaba piernas frescas y decisión. Así, el Millonario ganó el partido en los detalles y en el plano global. Se supo superior, mantuvo la compostura y logró ganar tres puntos importantísimos e históricos en una noche ideal: se le presentó a tiempo un obstáculo difícil de sortear y encauzó su buen juego de las últimas fechas en una situación adversa.
Ahora tiene siete de ventaja, quedan ocho por jugar y acumula doce sin perder. Está mejor encaminado que nunca, y en un momento de confianza y madurez absoluta buscará ganar el torneo Argentino de una vez por todas luego de siete años.
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