Hace menos de 1 mes disfrutábamos de un River campeón fiel a su historia.
Personalidad, buen fútbol y una diferencia de 11 puntos con el subcampeón Talleres, sin dejar de reconocer que se veía algo más frágil de visitante, sobre todo en la fase de grupos de Copa Libertadores.
Pero quien iría a pensar que terminada la gloriosa era de Marcelo Daniel Gallardo, llegaría Martín Demichelis, sin experiencia como entrenador en primera, para llevar rápidamente a River a ganar un torneo respetando todos los parámetros históricos que el hincha tanto disfruta y valora. 8 meses de trabajo le llevó solamente.
Pero los calendarios y el fixture no dieron respiro y a los pocos días del logro, con la barriga llena de festejo, River tuvo que enfrentar nada menos que al subcampeón de la liga Talleres de Córdoba por Copa Argentina con quien cayó sin atenuantes en Mendoza, quedando eliminado de la competencia. La derrota dejó dudas pero se justificó porque la resaca del campeonato todavía daba positivo en sangre y la crueldad del fixture ponía a River frente al rival que más deseaba enfrentarlo por ser el reciente campeón de la Liga Profesional del Fútbol Argentino.
Vuelta de página para poner la cabeza rápidamente en Inter de Porto Alegre, el rival de octavos de la Copa Libertadores, catalogado por quien escribe como el más débil de los equipos Brasileros que podían tocar en el sorteo. Y no fue un argumento caprichoso o subestimación sino por lo que se veía en las competencias que disputaba, con cambio de entrenador de por medio por los malos resultados en el Brasileirão y Copa do Brasil. Despedían a Mano Menezes y llegaba Chacho Coudet, quien en 5 partidos previos al cruce con River, deambulaba sin obtener triunfos, incluso con sus 3 flamantes refuerzos en cancha (Rochet, Valencia y Aranguiz).
Llegó el encuentro de ida entre River e Inter en un Monumental vestido de fiesta, y a pesar de comenzar en desventaja por un gol fortuito de pelota parada, River superó ampliamente a su rival, dió vuelta vuelta el partido con la contundencia de Solari y debió haber terminado ese encuentro con una ventaja mayor a 1 gol de diferencia, de no ser por Rochet, que fue el máximo responsable de que el partido no terminara en goleada definiendo la serie en casa.
Inter jugaba luego por el torneo local en su casa con Coritnhians y River tenía 1 semana para pensar en la vuelta en Porto Alegre. El Colorado guardó contra Coritnhians a la mayoría de titulares (jugaron solo 3) y le dió minutos a otros 4 en el complemento consiguiendo apenas un empate. Chacho no ganaba 1 solo partido desde su llegada y se venía la revancha con River. Para los supersticiosos, un mal indicio.
Llegó el Martes 8 de Agosto en Porto Alegre y sucedió lo que en la previa nadie apostaba que sucedería. Un golpe de esos que desilusionan por el alto nivel de expectativas que había. River quedó eliminado por penales después de caer por 2 a 1, en un partido en el que fue superado por Inter, dejando la sensación hasta que cambió la forma con la que venía jugando durante el presente ciclo.
Los cuestionamientos son varios:
Una mala lectura táctica del partido por parte del entrenador?
Errores y demoras en la realización de los cambios ante situaciones que ameritaban meter mano con mayor rapidez y determinación para dar un mensaje claro hacia adentro?
Flojo desempeño de varias individualidades que impactaron lógicamente en el funcionamiento del equipo?
Se subestimó el mercado de pases en algún puesto en particular, a pesar del plantel numeroso, considerando que habían llegado solo 2 refuerzos (Funes Mori y Colidio) y que sólo Facundo tuvo 5 minutos en cancha durante la serie?
Se justificó que Borja, siendo el 2do goleador del ciclo, no haya tenido 1 minuto en cancha en la serie?
Tal vez todas las respuestas den resultado positivo, así como también es verdad que el arquero rival Rochet, confirmaba también en la vuelta, que fué el máximo responsable de que Inter ganara la serie. Paradoja del destino que todo indicaba que sería el arquero de Nacional en la serie de octavos frente a nuestro clásico rival y terminó siendo el verdugo de River. Detalle a esta altura anecdótico.
El análisis ya debe haberse hecho internamente junto con la correspondiente autocrítica principalmente para corregir y tomar decisiones a futuro.
La temprana e inesperada eliminación fue un duro golpe futbolístico para el mundo River, así como también para la caja del club que dejó de percibir casi USD 5M solamente por no clasificar a cuartos de final y perder la recaudación del partido en casa.
En el mientras tanto, podemos aseverar que llegó la hora de la reestructuración para reducir un plantel que era de 37 jugadores y que se hacía casi imposible de gestionar tanto desde lo futbolístico, como también desde el mismo ego de varios de sus integrantes que no sumaban minutos. Desde el lado de la calculadora, tampoco es sano tener un plantel tan largo con una sola competencia hasta Diciembre. El ajuste es natural y necesario.
Ya salieron 3 jugadores a préstamo y ayer se confirmó la salida de Lucas Beltrán a la Fiorentina, quien fue el máximo goleador de la era Demichelis (17 goles), en una venta millonaria, histórica e inevitable por lo importante para la carrera del jugador de 22 años surgido en Instituto y que a partir de los 15 años se convirtió en hijo pródigo de River para ser hoy el gran jugador que es. Y habrá más salidas sin dudas para alcanzar el deseo del entrenador de tener un plantel de no más de 25/26 jugadores. Todo indica que Paradela, Gómez y Fontana saldrán en este mercado de pases y queda por definirse el futuro de quienes terminan su vínculo con el club en Diciembre entre ellos Suárez, Maidana y Enzo Perez además de alguna posible salida como es el caso de De la Cruz.
Manu Lanzini volvió y ya trabaja en su puesta a punto en Ezeiza. Próximamente llegará el Pity Martinez para terminar su recuperación de su última lesión ligamentaria en su rodilla. Dos retornos que aún no pudimos dimensionar pero lo haremos a la brevedad cuando los veamos en el verde césped y la certeza de que todavía River no se retira de este mercado de pases.
Hoy la relación entre la frustración, la pelotita y la calculadora es estrecha pero no deja lugar a la confusión.
La frustración del hincha por la eliminación genera bronca y es entendible pero fue sólo futbolística. En lo institucional, el club se encuentra en una situación muy buena desde todo punto de vista. No puede considerarse descartable lo que ayer era virtuoso, pretendiendo una revolución por un partido perdido. Un partido que duele pero no debe tapar el resto.
El maravilloso Monumental que presentará las obras de reforma finalizadas en pocos meses, una actualidad económica-financiera del club que no tiene precedentes en los últimos 40 años reflejada por el presupuesto aprobado hace 1 semana en CD y que antecede al cierre de un muy buen balance para este ejercicio por las cifras que arroja, la permanente apuesta en el futbol formativo etc. Esta buena salud institucional es la que garantiza que habrá recursos para mantenerse competitivo en lo futbolístico, que el club siga mejorando su infraestructura para los socios y que siga creciendo exponencialmente en el resto de las disciplinas.
La diferencia con el resto créanme que es abismal. Los números son inapelables.
Alguna vez escuché algún improvisado que decía que los clubes no debían tener ganancias. Soy un convencido de que el superávit de los clubes es necesario para reinvertirlo y así mejorar la vida de los socios aunque no implique un festejo en el obelisco.
Esta vez, en Porto Alegre, la pelotita no entró en ese último penal fallado por Rojas. La bronca es inevitable, pero la gestión con calculadora en mano garantiza que se la seguirá empujando para que la próxima la vayan a buscar adentro.
Yo elijo creer.
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