Domingo de sol, veinte grados y un Superclásico con público.
Luego de 581 días, los hinchas de River volvían al Monumental para ver un partido que tenía todos los condimentos para ser disfrutado.
El equipo de Marcelo Gallardo buscaba ganarle a Boca y subirse a la punta del torneo argentino. El Muñeco apostó por una formación arriesgada, con un solo volante de corte defensivo -Enzo Pérez- y tres creativos, más dos delanteros. Santiago Simón, Agustín Palavecino y Braian Romero jugaban con público en el Estadio Monumental por primera vez. En la defensa, Casco, Rojas, Díaz y Angileri volvían a componer un fondo que sigue sin poder consolidar una estructura por lesiones, ausencias y
una venta como la de Gonzalo Montiel.
River buscaba prolongar su invicto a nueve partidos. No volvió a perder desde la dura derrota en Belo Horizonte, y llegaba al Superclásico con una seguridad basada en ese dato.
Boca salió dispuesto a cortar los caminos de River en mitad de cancha. Una postura que lo limitaba para el ataque, ya que no tenía demasiadas armas pasando la mitad de la cancha. El Xeneize tuvo algunas aproximaciones, pero a los 15 minutos del inicio comenzó un proceso de autodestrucción con Marcos Rojo como cara principal. El exjugador de la Selección Argentina recibió una doble amonestación por dos faltas innecesarias, primero a Braian Romero y luego a Agustín Palavecino.
El zaguero central dejó al equipo de La Ribera con uno menos cuando quedaban 75 minutos de partido, y los de Gallardo aprovecharon esa superioridad para imponerse.
A los 25 minutos, Julián Álvarez engañó a Diego González, enganchó hacia adentro y con un tiro bombeado superó a Agustín Rossi, que cayó desplomado dentro del arco que da al Río de La Plata.
La explosión del Monumental se sintió alegre y ambiciosa; tanto los hinchas como los futbolistas sabían que el resultado recién se abría. Diez minutos después, Braian Romero salió con una molestia (finalmente una lesión de grado 1 en el aductor izquierdo) para que ingresara Jorge Carrascal. Gracias a una cuestión física, River encontró una mejor configuración.
El ingreso del colombiano provocó, lógicamente, un mediocampo con más volantes. Agustín Palavecino cayó a banda izquierda para combinar con Angileri, Carrascal y Álvarez. Simón y Casco encontraron pases por dentro. La salida de Romero obligó a Álvarez a tomar la punta y el juego de pases de River pasó a ser más fluido.
A los 43 minutos, una gran presión del equipo de Gallardo resultó fue efectiva: un envío de Rossi cayó en los pies de Casco que, en una magistral maniobra de dos toques, dejó a Santiago Simón en la mejor posición para habilitar a Julián Álvarez, que palo mediante marcó su sexto gol en los últimos cinco partidos. El juvenil se ganaba su primera ovación en el Monumental y prolongaba su gran momento.
Fue Enzo Pérez quien marcó la pauta de lo que vendría en el segundo tiempo. El mendocino le pidió a sus compañeros que no aflojaran, que siguieran buscando ampliar la ventaja. El complemento fue de un dominio claro de River, más allá de que esto no se tradujera en goles ni en múltiples situaciones claras.
El equipo de Gallardo manejó los tiempos como quiso, generó un concierto de gritos de “Ole” en la gente y tuvo tres situaciones claras: un mano a mano desaprovechado por Carrascal, un remate desviado de Santiago Simón y un tiro en el palo de Angileri. Finalmente Boca descontó y el resultado se quedó demasiado corto: River disfrutó del partido, ganó y gustó. Pudo maridar ese dúo complicado: el buen juego y el resultado. Lo logró ante el clásico rival y lo minimizó a un equipo que evitó ser
goleado.
Uno por uno:
Franco Armani: si pasaba los 90 minutos en su casa mirándolo por televisión era lo mismo. El Pulpo no tuvo que participar en el partido, aunque controló mal el cabezazo de Zambrano y no pudo corregir en dos tiempos.
Milton Casco: sólido en defensa, participativo en ataque. Habilitó a Simón con la determinación de un atacante. Fue clave en la presión para recuperar más adelante y tuvo un partido en buen nivel luego de alguna racha irregular.
Robert Rojas: uno de los tres mejores de la cancha. Anticipó, fue imbatible en el juego aéreo, no perdió la marca y se mantuvo bien ubicado en cada ataque de Boca. Una actuación que le servirá para su confianza.
Paulo Díaz: jugar por izquierda lo limita, en la salida y lo defensivo. Nunca generó ventajas a Boca ni cedió espacios, y tuvo una gran actuación pese a este limitante que es la posición a contrapierna.
Fabrizio Angileri: pese al dominio de River, no pudo penetrar la banda. Su partido quizás no fue el mejor, pero recuperó, anticipó y presionó con un criterio que en los últimos tiempos le faltó.
Enzo Pérez: fue el líder espiritual de la victoria. Le dijo a sus compañeros que no pararan cuando el partido estaba 2-0. Apareció en distintas alturas del campo de juego para ofrecer apoyos.
Santiago Simón: su primer partido con público fue una gran presentación. Funcional a los ataques, útil para vehiculizar el juego en el medio, tuvo una actuación formidable. Será difícil sacarlo ahora del equipo titular.
Nicolás De La Cruz: su activación de los ataques fue importante para superar las primeras líneas de presión de Boca. El uruguayo es jerarquía, y en un nuevo Superclásico se lució con el trabajo de recuperación de siempre.
Agustín Palavecino: a la hora de decidir dejó dudas, y tuvo algunas entregas imprecisas. Pero sus movimientos y ubicación en el campo de juego continúan mejorando partido a partido y hasta se animó a pisar el área. Cumplió.
Jorge Carrascal: tomó malas decisiones, no pesó en el ataque y tampoco generó juego. Solo logró una buena entrega a De La Cruz que después terminó desaprovechando en el rebote. Continúa en un nivel bajo y en deuda.
Benjamín Rollheiser: el entrenador entendió a la perfección el contexto para hacerlo ingresar. No destacó pero mantuvo esa inercia que dejaba a River cerca del arco en cada ataque, con toques que le imprimían energía a cada avance millonario.
Leonardo Ponzio: su ingreso logró sostener la presión en el campo rival, más allá de lo simbólico.
Jugó probablemente su último Superclásico y afortunadamente fue con victoria. Se termina una era (?)
Braian Romero: tuvo poca participación, pero generó la primera amarilla de Rojo y tuvo que salir por lesión. No sabemos qué hubiese pasado con él en cancha los siguientes minutos (salió poco antes del segundo gol).
Julián Álvarez: las palabras sobran porque los goles hablan. El cordobés mantiene su gran nivel con participación directa en la victoria. Continúa con sus movimientos entre líneas y cayendo a banda.
Matías Suárez: estuvo cerca de quedar mano a mano pero se lo impidieron offsides dudosos. Sigue sin estar al 100% físicamente. Semana clave para su futuro.
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