Franz Kafka, nos mostró en su gran obra ¨La Metamorfosis¨, cómo las transformaciones místicas, hacen visibles los retos a los que el individuo se enfrenta día a día.
Aquel libro, nos marcó la vida a muchos que tuvimos la intriga de descubrir lo que significa esa cuestión de reinventarse.
Marcelo Daniel Gallardo es un fiel exponente de esa reinvención a la que se refería aquel escritor judío nacido en 1883.
En los casi 8 años que pasaron desde que Gallardo se hizo cargo de la dirección técnica del plantel profesional de River Plate, tuvo que adaptarse a diversas dificultades y realidades, administrando innumerables variables endógenas, así como también convirtiendo variables exógenas en nuevos desafíos para conseguir sacar adelante su propósito principal. Poner a River en lo más alto del fútbol continental.
Cuando el DT tuvo que gestionar recursos, conformó equipos con una identidad fiel y transparente, sin aceptar vedetismos ni soberbios. Coherencia.
Cuando tuvo que administrar la pandemia con 25 casos de Covid positivos en el plantel, acudió a jugadores en etapa formativa, seguidos muy de cerca por él mismo, llegando al histórico momento en que uno de sus jugadores referentes (Enzo Perez), ocupe el arco en un partido de Libertadores, ante el contagio de todos los arqueros inscriptos en la lista de buena fe de Conmebol. Esa misma semana, había tenido que jugar una final de copa de liga con su clásico rival con mayoría de juveniles y un arquero que ni siquiera tenía contrato profesional. Logró empatar llevándolo a los penales, instancia que perdió, no evitando poner en ridículo al local que jugaba con todos sus titulares.
En cada mercado de pases, perdió alguna figura de las catalogadas ïrreemplazables¨por venta al exterior, en medio de una situación económica del país lamentable.
Consiguió una y otra vez ensamblar nuevamente al equipo, con alguna pieza incorporada gracias a su sabio radar, o bien con algún valor formado en la cantera.
La máxima en este sentido, se presentó en este último año post pandemia, donde además de las salidas de jugadores como Borré y Montiel, se sumaron nada menos que las bajas de en total 26 jugadores por lesiones musculares y de las de larga recuperación por fracturas, roturas ligamentarias, luxaciones etc.
Mientras sectores de la prensa, daban su ciclo terminado luego de la contundente eliminación de la Copa en Belo Horizonte a manos del Mineiro, Marcelo Gallardo lo hizo de nuevo.
A partir de ese 18 de Agosto del 2021, el River de Gallardo no volvió a conocer la derrota. Sin repetir formaciones, a veces emparchado o con jugadores ocupando puestos anti-naturales para su función cotidiana. Reemplazando lesionados con jugadores de la reserva que iba llevando de a poco y que demostraron que todo lo que se había hecho en su formación, empezaba a dar sus frutos. Álvarez, Fernandez, Simón, Peña Biafore, Rollheiser entre tantos otros.
Aquel Agosto que parecía Waterloo para Napoleón, Gallardo lo convirtió en la batalla de Stalingrado para terminar con el flagelo Nazi. 16 fechas invicto. El equipo mas ganador y con menor cantidad de derrotas. El mas goleador y el que menos goles en contra recibió, fabricando además al goleador del torneo (Julián Alvarez) con 16 goles en 17 partidos jugados, que lo catapultan a un destino Europeo inevitable.
Mañana frente a Racing, tal vez obtenga la figurita que le falta. El ansiado torneo local.
Y seguramente tendrá el destino que se merece. Serán 13 títulos en 7 años y medio, gracias a esa ¨metamorfosis¨constante. Virtuosa y eterna.
Kafka lo describió a la perfección: «No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives».
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